Las políticas de responsabilidad social se instalan en los objetivos empresariales

Programas voluntarios con fines solidarios, económicos y ambientales ganan peso en las agendas de las compañías y repercuten en la concienciación de los consumidores

La filantropía empresarial, o lo que es lo mismo, la conocida como política de responsabilidad social corporativa (RSC) es ya una realidad de peso en la planificación de las grandes compañías, que en vez de confiar sus acciones solidarias exclusivamente a una fundación, las incluyen en sus estrategias para cumplir los objetivos sociales, económicos y ambientales.

Estos compromisos con la sociedad y el medio ambiente trascienden al cumplimiento de la estricta legalidad a la que está sujeta cada empresa, es decir, una firma que, como mínimo, no respete los derechos de sus trabajadores, difícilmente podrá aplicar un programa de RSC que, cada vez con más fuerza, supone un distintivo y sello de garantía que le aporta valor añadido a la compañía. Esta contribución activa y voluntaria se extiende a toda la cadena productiva, desde el sector primario hasta los servicios, como la compañía gallega de distribución alimentaria Vegalsa-Eroski, que el año pasado destinó más 1.750.000 euros a su política de responsabilidad social corporativa, un 36,7 % más respecto al ejercicio anterior.

¿Qué suponen y cómo se aplican estas políticas? Son múltiples factores a combinar, pero atañen a los derechos humanos, la sostenibilidad y el desarrollo global. Por ejemplo, con productos útiles y en condiciones justas. O crear las condiciones de trabajo dignas que favorezcan la seguridad, la salud y el desarrollo humano y profesional, ajustándose, obviamente, a los cánones ambientales y legales en el marco laboral.

Consumo responsable

En líneas generales, los RSC engloban muchas otras acciones, como el correcto uso del agua; la eficiencia energética; la lucha contra el cambio climático; la gestión de recursos y residuos… En el caso mostrado, Vegalsa-Eroski presta ayuda a los colectivos más vulnerables al colaborar de manera periódica con más de una treintena de organizaciones solidarias, destinando una parte importante del presupuesto al entorno social con donaciones a entidades benéficas, asociaciones y oenegés. Se materializa a través de aportaciones económicas, de producto y de alimentos frescos, lo que garantiza que ningún producto apto para el consumo sea desechado en sus supermercados. El fomento de la alimentación y los hábitos de vida saludables y el compromiso medioambiental son los otros dos ejes en los que revierte su programa.

Esta ética de las organizaciones va más allá de un simple efecto cosmético de cara al público, sino que también implica a los propios consumidores y abunda en la concienciación sobre las responsabilidades sociales tanto en la producción y distribución, como en la venta y consumo. Las buenas prácticas en estos campos aportan a la empresa otro tipo de beneficio al económico, con reconocimiento social e identificación con la marca.

Objetivos

Expertos e instituciones representativas en RSC han destacado los avances en la agenda global en sostenibilidad y derechos humanos que se han producido durante el 2017 y han apostado, de cara al 2018, por la integración de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en las agendas de empresas y Gobiernos. El coordinador del Observatorio de RSC, Orencio Vázquez, califica el pasado 2017 como «un año sin duda interesante en el plano de la responsabilidad social» en el que, a su juicio, «ha habido avances legislativos importantes» en el plano de empresas y derechos humanos, así como en el de la fiscalidad, al poner la Comisión Europea en marcha diversas iniciativas para «poner coto a las estrategias de elusión fiscal desarrolladas por multinacionales», sin olvidar los trabajos desarrollados en el seno de la Comisión para involucrar al sector financiero en el desarrollo sostenible.

Fuente :www.lavozdegalicia.es 24/01/2018